viernes, 30 de abril de 2010

My president

Hace algún tiempo fui uribista, es más, creo que sigo siéndolo, por eso cuando supe de la visita de my president a mi universidad no dudé ni un segundo en asistir –bueno, en realidad si lo dudé, lo dudé mucho: ese día jugaba Inter-Barcelona y tuve, como dice él, una encrucijada en el alma-.

Ese día llegué a la U y me encontré con un exagerado dispositivo de seguridad: primero que el carnet; segundo que muestre el maletín, que ¿que lleva ahí? Que venga veo, que ¿ese lapicero porque tan puntudo?; tercero la requisa, que contra la pared, que abra las piernas, que arriba las manos –parecía la entrada a una cárcel-.

Sea la oportunidad para hacer una denuncia pública: en la policía hay uno que otro marica que aprovecha el momento de la requisa para tocarle los huevos y el operado a uno –y eso que el mío es chiquito ¿Cómo le tocará a los que lo tienen grande?-.

En fin, después de tanto protocolo –o protoculo, porque ese también s elo tocan a uno- logré superar las barreras policiacas e ingresar al lugar donde cada día me sumerjo en una tina de conocimientos publicitarios.

Cuando salí de clase me fui para mi casa a almorzar, pues la cita con el mesías era a las tres, y apenas iba a ser medio día. Últimamente el tiempo pasa muy rápido, esas tres horitas se esfumaron, no me quedó tiempo ni para desalmuerzar.

Caminando a coger el bus pase por una tienda, la tienda de doña Magali

-Buenas doña Magali –la llame- tiene sobrecitos del álbum del mundial

-No mijo, no me han llegado

-Ehh, ¡tiene huevo!

-Claro, a $300 cada uno –me contestó- ¿Cuántos quiere?

-No, tranquila. Ya tengo dos, algo aporreados por una requisa que me hicieron, pero con esos me basta

-¿Cómo dice mijo?

-Olvídelo doña Magali, que gracias, si trae laminitas del mundial me avisa, porfa

Seguí mi camino. Al llegar, la misma mierda: carnet, maletín y requisa. El combo completo.

Claro que eso no fue nada –entre comillas- ya después, para entrar al auditorio, la vaina fue peor: tuve que dejar el maletín en una cosa a lo que muchos podrían llamar maletero, de ahí salir por la puerta trasera de la universidad, dar la vuelta y entrar por la entrada principal –no sin antes mamarse un sol infernal por más de media hora haciendo fila-; al ingresar me pidieron los documentos y otra vez la requisada, y otra vez la manoseada. Tombos cabrones.

Tanta requisada era comprensible: para el presidente todos quienes no estamos de acuerdo con él somos de la ‘farr’.

La verdad es que yo estaba medio entusiasmado por conocer a my president. Primero porque la única forma de que yo pueda estar cerca de una figura pública es pegando las figuritas del álbum panini, y segundo porque al único presidente que he conocido es al de la junto de acción comunal de mi barrio. De resto, nada.

-Tengo muchas expectativas –le dije a mi amigo ‘el perro’- quiero que me dé un autógrafo, una notaría o un Agro Ingreso, lo que sea.

Pero tanta expectativa se vino al piso cuando me enteré que no iba a estar en el mismo auditorio que él, que no podía tenerlo al frente, que no podía hacerle mala cara, un par de muecas, el popular ‘foquiu’, gritarle sus buenas verdades, echarle un madrazo, tirarle un zapato, sabotearle el conversatorio. Dios mío, estaba tan frustrado, como no lo iba a tener en el mismo auditorio. Tenía que verlo desde otro auditorio por medio de una pantalla.

Pero no, nanay cucas, no nos dejamos, todos quienes no pudimos entrar al auditorio principal hicimos una especie de revolución ¿Cómo así que no nos iban a dejar entrar? ¿Cómo así que solo se podía ver por video conferencia? ¿Cómo es que un auditorio tan grande se iba a llenar tan rápido? ¿Acaso venia Jaider Villa? ¿Iban a dar Agro Ingresos?

‘el pueblo unido jamás será vencido’ dice el adagio popular, pero ese no era nuestro caso: ni éramos un pueblo, ni estábamos unidos, como sería que apenas pudimos entrar unos cuantos, nos olvidamos de los otros –o por lo menos ese fue mi caso-.

Mis compañeros comenzaron a protestar, pero no lo hacían bien, hablaban amablemente, sin discordia, no gritaban, no amenazaban, no insultaban –como si no le hubieran aprendido nada a Uribe en estos ocho años-. Con decirles que ni siquiera uno dijo: ‘¿usted no sabe quién soy yo? ¿Usted no sabe quién soy yo?’. Todo era muy calmado y eso no nos quedaba bien a quienes nos jactamos de ser fieles seguidores de my president.

Por eso, fiel a mis principios uribistas, me di a la tarea de ‘calentar’ el ambiente: les mandaba madrazos a todo el mundo, empecé a empujar a quien se me atravesara –todo a las escondidas, claro está, como buen uribista-.

-Por eso hay que votar por Mockus –gritaba un estudiante enardecido

-¡Cual Mockus ni que ocho cuartos! –lo discrepé

-Si, todos los que pensamos que Colombia puede ser mejor vamos a votar por él

-Pues desperdiciaran sus votos –le dije- porque JuanMa va a barrer en las urnas –cosa con la que me identifico con él: él barre en las urnas y yo en mi casa-

-Eso es lo que usted cree –me dijo el man- Mockus ya le está sacando ventaja en las encuestas, seguramente él va a ser el próximo presidente de Colombia

-Un momento ¿Mockus ya lo pasó en las encuestas? –Le pregunté- siendo así yo estoy con Mockus –les dije

Yo prometí serle fiel a las doctrinas uribistas, y eso incluye estar con el que va mejor ¿o no?

Al rato pude entrar al auditorio principal y no se imaginan la sensación que se siente al ver al mesías a tan solo pocos metros. Él, iluminado como ninguno, con la espalda recta y su acentico arrastrado pronunciaba su discurso: seguridad democrática va, seguridad democrática viene; inversión extranjera va, inversión extranjera viene; honestidad y legalidad va… No, un momento, eso no hace parte de este gobierno.

El caso, yo me senté atrás del auditorio, calladito, esperando el momento para hacer algo que aun no sabía qué hacer, pero tenía que hacer algo, semejante oportunidad no se podía desaprovechar. No se me ocurría nada, lo de tirar zapatos ya pasó de moda; lo de pelar el culo también, -Además en la U hay un grupito de gays que, a pesar de que los respeto y algunos son amigos míos, no quería darles motivos para que se enamoraran de mí-.

El presidente Uribe siguió alabándose a sí mismo, a sus colaboradores, a sus hijos, a su pueblo. Si hay algo peor que oír el discurso de un político, es oír el discurso de un político mentiroso –un momento, eso es redundancia ¿cierto?-.

-Se viene lo bueno –le dije al que estaba sentado a mi lado

-si –me contestó- ya termino el presidente, es nuestro turno para alabarlo

-¿Como así? ¿Y el show de estriptis?

-¿Cual show de estriptis? –Me dijo- aquí no va a haber nada de eso

-Bueno, pero al menos va a dar un par de notarías

-No

-¿Embajadas?

El man se aburrió de mí y le prestó atención a las preguntas que le hacían a my president.

Efectivamente todos lo alababan, todos le daban las gracias –la verdad no se dé que, seguramente fueron beneficiarios de Agro Ingreso-.

El conversatorio se tornó aburrido, no era nada parecido a lo que yo veía en televisión, con decirle que ni siquiera hubo regaño publico a sus colaboradores, algo tan característico en él.

A eso súmele que tenía un baboso al lado que solo sabia decir cosas como: ‘huy, ese man es muy inteligente’ ‘definitivamente es el mejor presidente que jamás podremos tener’ ‘cuando grande quiero ser como él’. El man estaba mojando cuco ahí sentado.

De repente una muchacha se paro y lo confrontó. Intento fallido, pues cuando Uribe le preguntó que en qué cosas no estaba de acuerdo con él, la vieja se agüevó y no supo que responderle.

De inmediato otro man pidió el micrófono y sin pensarlo dos veces le exigió al presidente claridad sobre las chuzadas del DAS.

My president, palabras mas-palabras menos, dijo que su gobierno no es mentiroso, que ninguno de sus funcionarios tenía nada que ver.

Otro, por su parte, le dijo paraco, le recordó a los falsos positivos y otras cuantas verdades mas.

Yo no me podía quedar atrás, de repente el conversatorio se había tornado entretenido y me urgía participar en él.

El presidente ya había anunciado que esa era la última pregunta, que no iba a conceder más la palabra, que se tenía que ir. A mí eso no me importo y desde atrás alcé la mano.

No sé si fue mi cara de mentiroso y tramposo la que me delató, el caso es que el presidente vio en mi un uribista pura sangre y me dio la palabra. Lo que él no sabía era que hacía pocos minutos yo me había cambiado de bando –aquí les pido que no me vayan a malinterpretar, a mi me siguen gustando las mujeres, y eso no va a cambiar jamás-.

Yo, quien alguna vez fue el más ferviente seguidor de Uribe, estaba parado en frente a él confrontándolo, diciéndole que su gobierno si era un gobierno mentiroso; que sus funcionarios, y sobre todo él, si tenían conocimiento previo sobre las chuzadas; recalcándole que yo no era ingenuo y que no esperaba que lo aceptara en público, pero que muy pronto sabremos la verdad, y ahí si su legado se irá al piso. Le dije también, que ni se le ocurriera que yo iba a apoyar a Juan Manuel Santos, a no ser, claro está, que me ofrezcan un par de notarías y me manden como embajador a Sudáfrica ahora en Junio.

No pido mas, eso no es nada para él: notarías quedan unas cuantas y a Sudáfrica ha mandado embajadores igual de pelmazos como yo.

PD: al finalizar el conversatorio se me acercó una señora y me preguntó el nombre. Yo inocentemente se lo di y ahora temo por mi vida. No quiero ser otro falso positivo.

domingo, 11 de abril de 2010

La vueltica

Mi ciudad, esta que tanto quiero, a pesar de todo, ya parece un infierno. No porque de aquí sea el equipo del diablo, ni porque las universidades y Chipichape estén atestados de diablas (como Lina, mi ex novia); sino porque el clima nos está quemando sin piedad. A todos: tanto a los ladrones, como a los hinchas del deportivo Cali, a todos.

El calor es insoportable, horriblemente insoportable. No hay nada peor que salir de la universidad muy a las doce del medio día y subirse a un TranSur repleto de morochitos provenientes de Jamundí, Puerto Tejada, Potrerito y sus alrededores.

A eso súmele que le toca irse parado, el ayudante del chofer gritando a todo pulmón ‘Autopista, calle 26’ ‘directo a la terminal’ ‘hay puesto, hay puesto’ –cosa que no es mentira, puestos si hay, lo que pasa es que van ocupados-; el almuerzo de un par de pasajeros hirviéndose y las tripas de uno recordándole que ya es hora de comer alguito –claro que eso no pasa siempre, a veces a uno le toca puesto, y el amigo de al lado hasta le ofrece de su almuerzo y todo-.

Recuerdo un día en especial, era martes y en la tarde no tenía nada que hacer. Había leído por ahí que lo de ‘Con Publicar, progresa Cali’ iba estar ese día en la plazoleta de San Francisco y decidí ir a ver de qué se trataba.

Fui por convicción, yo siempre he dicho que quiero que este blog sirva para algo, y me parecía esa una buena causa para apoyar. Yo, como mínimo tenía que ir y participar.

La experiencia fue algo aterradora. El culpable no era otro que el calor, ese día tenía un camibuso anaranjado, así que ya se imaginaran lo fresquito que me sentía.

Para comenzar abordé un bus cualquiera, con esto del M.I.O. uno ya ni sabe que ruta sirve y que no, así que por lo regular uno pregunta:

-Amigo ¿pasa por la Ermita? –uno no ha acabado de preguntar, y el hombre efectivamente ya ha pasado por la Ermita. No lo dejan preguntar a uno, les da rabia que uno les pregunte, a penas se dan cuenta que uno va a preguntar, ellos arrancan a toda loca, como si los estuviera persiguiendo la suegra, como si tuvieran ganas de cagar, como si el bus estuviera repleto de americanos.

Otros, los menos groseros, le responden a uno ‘ay si, móntese’.

Así que esa vez me dio miedo preguntar, igual siempre la respuesta era positiva, parecía sé que todos pasaban por ahí. Todos, excepto el que cogí ese día, a falta de unas cuadras al hombre le dio por cruzar y me tocó bajar como a diez cuadras.

-Igual eso le pasa a cualquiera –me di ánimo internamente y me dispuse a caminar

Eran las 3:15 (¿es necesario especificar que de la tarde?) y la actividad comenzaba a las tres –quienes saben restar se darán cuenta que iba 15 minutos tarde-, aceleré el paso y en pocos minutos ya estaba en el lugar de los hechos. Cuando llegué ahí no había nada, la plazoleta estaba llena de palomas, un par de pensionados jugando ajedrez, niños tirándole maíz a las palomitas, pero de Publicar, nada, no había absolutamente nada.

No sé si les ha pasado, pero uno en esas situaciones comienza a pensar ‘¿será que era más temprano?’ ‘¿será que no era hoy?’ ‘¿será que es en otro lado?’.

-Si, seguro es en otro lado –me respondí- mínimo es en la plaza de Caicedo

Para quienes no son de Cali: en el centro hay dos plazas cerca bastantes conocidas, la de Caicedo, y la de san Francisco, las distancia ‘nada más’ tres cuadritas largas -¿alguien sabe el sistema de conversión? Una cuadra es una cuadra, pero una cuadra larga viene siendo como tres cuadras, una vaina así-, el caso es que llegué a la plaza de Caicedo y tampoco había nada de Publicar.

Estaba que tiraba la toalla –es un decir, no había tal, de ser así no la hubiera tirado, sino que la hubiera utilizado para secarme el sudor-, pero decidí no darme por vencido y volví a la plazoleta de San Francisco, ‘por si las moscas’ como dicen por ahí.

Obviamente no había nada, ya lo había dicho. Estaba desconcertado.

-¿Quién me mandó a venir? –Fue una pregunta que no estaba dispuesto a responder- ¿Quién me mandó a mamarme este calor tan desesperante? –vuelve y juega las preguntas retoricas-

Hubiese preferido mil veces haberme quedado en mi casa, en mi cama, rascándome las pelotas con el ventilador en la cara. Y no haber tenido que hacer ese viajecito tan maluco.

Cuando regresé a mi casa me conecté, me metí a la pagina en facebook de Publicar y me di cuenta que me había equivocado de día. Mi rabia aumentaba a medida que iba leyendo los testimonios de los miembros de la pagina diciendo que la habían pasado muy bien en la actividad, que en nombre de Cali le agradecían a Publicar ese gesto con la ciudad y que esperaban ganarse esa platica.

¡Imagínense! Hasta pude haberme ganado plata. No no no, que rabia.

*El Hijo de Yaneth celebra que Antanas Mockus este repuntando en las encuestas. Al comienzo estaba con Vargas Lleras, pero ahora hago público mi apoyo al candidato de los verdes. Amigo Mockus: es usted el indicado para tomar las riendas de este país.

**Para quienes no saben que es lo de Publicar, aquí les dejo el enlace http://www.facebook.com/home.php?#!/pages/Con-Publicar-progresa-Cali/385025361832?ref=ts