domingo, 31 de enero de 2010

N. de la R.

Este humilde servidor fue intervenido quirúrgicamente y apenas se está recuperando, promete que cuando esté bien vuelve con el exclusivo relato de su cirugía. No se impaciente, ya viene ‘El talón de Aquiles’, la trilogía.

jueves, 14 de enero de 2010

Estimados lectores, espero que este nuevo año haya empezado de la mejor manera. Ruego el favor que comprendan mi ausencia, el oficio de escribir es arduo y este humilde escribidor necesitaba con urgencias unas vacaciones. Créanme que los extrañé, se siente bien volver a tener el placer de escribir para ustedes.

Como ven, empezamos el 2010 con un renovado diseño para nuestro blog. Sea esta la oportunidad para agradecerle públicamente a la Doctora Verónica Reyes, quien desempeñó un papel de suma importancia en el cambio de imagen de la página. Ella también tiene un blog –muy bueno por cierto- no se priven del placer de echarle un vistazo http://www.buscandolareinaroja.blogspot.com/

Aprovecho también para darle la bienvenida a los nuevos lectores, espero que disfruten y que sienten este blog como propio.

No saben lo motivante que es leer y/o escuchar cada uno de sus comentarios, agradezco a quienes gentilmente tienen el gesto de hacerme llegar sus palabras.

Por último, para no alargarme tanto. Deseo enormemente darle las gracias a Juan José Vargas por tomarse el trabajo de escribir esta pequeña nota sobre mí http://www.facebook.com/vargascamejo#/notes/juan-jose-vargas-camejo/el-hijo-de-yaneth/177456082823 Hermano, se pasó de buena gente, no creo merecer tanto. Mil gracias

Sin más preámbulos los dejo con la primera publicación de este año. Ojala que les guste. Como dice el viejo Juanjo: aproveche que es gratis.

Sean felices y éxitos en el 2010

Tramite militar

Dicen que los años no llegan solos, y yo a los dieciocho doy fe de eso: me volví más perezoso, me molestan muchas cosas, el ‘importaculismo’ se me alborotó, me queda muy poca capacidad de asombro, ya no juego futbol como antes, soy menos creativo, mucha gente me cae mal, casi nada me parece gracioso, y este hijuemadre Alzheimer que cada vez se vuelve más crónico.
Esos, como lo dije la vez pasada, son tan solo algunos de mis cinco mil doscientos setenta y tres defectos. Pero bueno, en esta ocasión no voy a hablarle de ellos, por ahí tengo varias admiradoras y no quiero que se desencanten tan rápido de mí.

No conforme con lo anterior, los dieciocho llegaron con trámites hartos para hacer, tales como: la cedula y la tarjeta militar.

Con la cedula no hubo problema alguno, la ‘vuelta fue breve’ –ahí perdonaran el vocabulario, es que a veces se me sale la garulla, otro defecto- y salió relativamente rápido.

Con la tarjeta militar me fue del mismo modo en el sentido contrario. ¿A quién no le metieron miedo cuando chiquito? ¿A quién no le dijeron: ‘vea eso lo meten en un cuarto con un poco de gente, lo empelotan y un doctor le revisa las bolainas’? ¿A quién?

A mí me perdonan, pero por más seguro que uno este de su sexualidad, por más orgulloso que uno se sienta de sus partes intimas, eso asusta a cualquiera.

-si se te llega a parar te dan con una regla –no me acuerdo quien me dijo eso, pero me jodió la infancia ese marica, ¿Cómo así que me dan con una regla? Las huevas, el que se mete con Aquiles se mete conmigo.

Al fin llego el dichoso día, con anterioridad había sacado todos los papeles que debía llevar y todo prácticamente estaba listo.

Debo confesar que la noche anterior me asusté un poquito, pues en twitter* comenzaron a decirme ‘lanza’, me dieron unos truquitos para sobrevivir en el monte y hasta llegaron a despedirse. Me tranquilicé un poco cuando dijeron que el ejército busca hombres responsables, con espíritu luchador y que amen profundamente a la patria, pues como todos sabemos, yo no tengo nada de eso.

Mi amigo Santa, aparte de informarme sobre todos los papeles que tenía que llevar, me dijo que lo mejor era que estuviera allá entre las cinco y las cinco y media de la mañana. Yo, muy obediente, efectivamente llegué allá a las 7:30 a.m.

La fila era interminable, solo comparable a las de una final de futbol –no sé si los hinchas del Millonarios sepan de que estoy hablando-. Como buen colombiano, me la pasé mirando a ver si conocía a alguien y no, menos mal no los conocía, esa fila estaba repleta de ratas. Por un momento pensé que estaban haciendo casting para la segunda parte de ‘Ratatouille’.

Fue tan así, que mientras iba al final de la fila me despeiné –más-, me baje un poquito el jean y seguí caminando con las manos en los bolsillos mientras trataba de imitar ese paso tan particular de los ladrones y me lamentaba por no haber llevado la cadena de la bicicleta para ponérmela como ‘blin blin’ –en el camino me encontré un alambre de púas, pero me pareció muy fino para la ocasión-.

Al llegar me pare como las putas: recostado y con un pie sobre la impecable pared blanca con olor a orines que había ahí –ese parado se lo aprendí a Lina, una exnovia que vive aquí a la vuelta-.

Volví a echarle un vistazo al entorno y confirme que efectivamente estaba rodeado de ratas.

Mi celular (Christian, lo siento pero perdiste, ese celular ya es mío) es un coco viejo que hay que poner a cargar cada noche, esta sin tapa y no le entra señal en ningún lado. Pero uno nunca sabe, estas ratas se pegan de nada y es mejor prevenir que curar. Así que disimuladitamente, como quien no quiere la cosa, saqué el celular, lo puse en vibrador y me lo volví a meter en el bolsillo trasero del jean –eso lo digo porque confío en ustedes, porque sé que todos mis lectores son honestos, incluyendo a los del América-.

Toda transcurría sin problema alguno, la fila avanzaba lentamente y los muchachos estos de buena pinta –para no llamarlos ratas- estaban controladitos por la presencia de los uniformados, hasta que de pronto vibró el celular.

Al comienzo pensé que era un mensaje de esos que manda la empresa de telefonía celular, la cual no voy a decir cual es para no dañarle su buen nombre, porque el servicio que me prestan es una mierda. En fin, ¿a ustedes no les ha llegado esos mensajes? Si, esos que dicen: ‘señor usuario, movistar lo invita a que pague su próxima factura en el banco más cercano un domingo entre las 3:00 a.m. y las 4:30 a.m. para que sea el uno de los afortunados ganadores de ¡quince minutos! A cualquier destino dentro del territorio Iraní’

Pues no, no era ningún mensaje, era mi mamá que estaba llamando. No pensaba contestarle por temor de sacar el celular, pero pudo más el temor a que me quedaran gustando las vibraciones.

-Hola má

-¿Dónde está?

-Pues en las canchas panamericanas, tú lo sabes

-¿Todavía?

-¡Claro! Ni siquiera he entrado

-¿Y cómo está eso?

-Demoradisimo, y aparte estoy rodeado de unos re-gañanes

Yo trataba de hablar despacio, pero en ese momento, tal cual escena del chavo del 8, todos se quedaron callados y oyeron lo que acababa de decir.

Vi mi vida en peligro, sentía las miradas sobre mi cuello, y mi reacción fue colgar el teléfono pero simular que seguía hablando.

-¿Estas sorda mamá? –decía en voz alta, casi que gritando- ¿Cuáles gañanes? Yo lo que dije fue regañones, que estos militares son muy regañones. Ehh, a ver si se limpia ver las orejas.

Esa fue la frase que me salvó. Claro -como no se bañan- ellos pensaron que también habían oído mal.

Media hora después paso un militar preguntando que quien era hijo único. Yo le levante la mano y él me dijo que lo siguiera junto a los otros quienes también eran hijos únicos.

Nos hizo hacer una fila y poco a poco le iba revisando los papeles a cada uno.

-A ver su certificado –me dijo algo iracundo

-¿Cuál de todos?

-El que dice que usted es hijo único

-Ahh ¿es que ya se inventaron un certificado para eso?

-Claro, así comprobamos que usted no tiene hermanos

-Ahh veo veo, pero es que yo si tengo una hermana

-Entonces, ¿Por qué me dijo allá que era hijo único?

-Ahh pues porque eso me dice mi mamá: que yo soy único. ¿Eso no cuenta?

-No sea bobo, no me mame gallo, vuelva donde estaba y no busque que me lo lleve ya para el batallón.

Ante semejante amenaza cualquiera hace caso, volví a la fila y me quedé muy juicioso. De repente vi una cara conocida, ‘ya pa que’ –me dije a mi mismo- era mi amigo Javier Escobar, más conocido en el bajo mundo con el alias de ‘camello’. Volteé la cabeza y dirigí la mirada hacia otro lado. No quería darle ‘cole’, si yo me había mamado esa fila él tenía que hacer lo mismo.

Ya había perdido la noción del tiempo, no puedo calcular cuánto tiempo me estuve ahí parado, la fila avanzaba poco a poco, muy poco para mi gusto.

-el que sigue –dijo el uniformado que estaba en la puerta

Yo no sabía si era conmigo, o tal vez si, si sabía, pero no me lo podía creer.

Por fin estaba en frente de la puerta, por fin había llegado, por fin, después de mucho tiempo, no me importa cuánto, ya había llegado, y eso era lo que valía.

Primero pase para donde estaban tres señoras con un computador cada una.

-A ver

-¿A ver qué? –le respondí

-La cedula

Ya iba a sacarla de la billetera, pero me dijo que no, que la cedula no, que la fotocopia.

-A pues especifique mi señora, una cosa es la cedula y otra la fotocopia.

Parece que no le gusto eso, hizo mala cara –ya tenía la cara mala-, se par’o y dijo en voz alta.

-Por favor, tengan lista la f o t o c o p i a de la cedula –haciendo énfasis en fotocopia

Me dio piedra, la muy tonta me estaba regañando así por así.

-No señora, no me regañe no sea… malita –le iba a decir que no fuera hijueputa, pero ya estaba advertido y no pensaba irme al batallón por una vieja malparida- mire que no habían dicho que teníamos que tener la fotocopia listo. Vea, aquí está la mía.

La vieja esta la cogió, se quedó mirándola harto tiempo y escribió ahí unos números y unas cosas que parecían jeroglíficos, puro lenguaje militar, supuse.

Me mandó a donde un mayor, que de mayor no tenía nada. El hombre era chiquito. Parecía de mentira.

El me recibió los otros papeles, me preguntó toda mi vida, que hacía, donde estudiaba, que estudiaba, como se llaman mis familiares, mis no familiares, los familiares de él. Todo me lo preguntó, hasta le dije que tenía un blog, le pasé el link y ojala lo esté leyendo. Si es así mayor, que pena, no es que usted sea chiquito, es que tal vez yo soy algo alto, o que sus huesos se encogieron, eso suele pasar.

Al finalizar me dio un recibo, me dijo q lo tenía que pagar ya mismo y que volviera con unas fotos que previamente ya me había tomado.

Eso hice, pague los 75 mil pesos que vale la tarjeta provisional, ya en la tarde le llevé el recibo, y me dijo que en la segunda semana de enero fuera por ella.

Apropósito, ¿esta es la segunda semana de enero? Mierda me olvide, me va a tocar ir mañana (viernes) por eso.

*iba a describirles que es twitter, pero no, me declaro impedido, busque en internet o métase y abra una cuenta, no se arrepentirá.