(¿Es necesario decir que si esta es la Tercera Parte es porque hay dos anteriores? Pues bien, si no las ha leído vaya échele un vistazo y vuelve ¿si? Le aseguro que no se demora nada. Gracias)
De ahí salimos de nuevo para el salón de mi director de grupo, Miguel Páez. ‘El Lulo’ -como popularmente era conocido entre los estudiantes- nos dijo que habláramos con el resto de los profesores a ver si nos ayudaban.
Primero fuimos donde ‘Gupe’, el profesor de Biología al cual le había perdido tres de los cuatro periodos académicos. A penas nos vio nos dio que no, él ya sabía a qué íbamos, ni siquiera nos dejó saludarlo –viejo patán-, nos dijo que no, que ni de fundas, que él no iba a ser tan irresponsable de dejarme pasar.
Era de esperarse: estábamos luchando una batalla perdida. Si bien no teníamos nada que perder, las posibilidades de ganar eran remotas, yo fui un mal alumno durante el año, no había nada que hacer: ellos no me iban a ayudar.
Personalmente creo que el acto de rogar es de las cosas más ofensivas para el ser humano, en serio, que hartera estarle rogando a la gente; y que hartera, también, que le estén rogando a uno. Me fastidia cuando la gente me ruega, me molesta tanto, que en mi vida solo he accedido a una rogación: fue la vez que la propia Carolina Cruz me pidió encarecidamente que le diera un besito de cinco segundos, con lengua.
Me da mamera rogarle a la gente, decía, pero ese día vi tan ilusionada a mi mamá que no fui capaz de bajarla de la nube. Ella creía que había una remota posibilidad de que me pasaran así por así; y yo, que sabía perfectamente que eso no iba a suceder, no le dije nada sino que deje que ella misma se estrellara. No lo hacía de mala gente, eso ni pensarlo; sino que si le decía que yo no quería rogarle a nadie, que mejor nos fuéramos para la casa, después no me la iba a aguantar todas las vacaciones diciéndome –recalcándome- que la peor diligencia es la que no se hace; que si hubiéramos ido a buscar a los profesores, tal vez yo no hubiera perdido el año.
El caso, del salón de Biología salimos hacia el salón de ‘Borracho’ -como cariñosamente le decíamos al profesor de matemáticas-. Con él nos pasó prácticamente lo mismo, lo único fue que el viejo ‘Borracho’ nos atendió un poquito más amable: ‘no hermano, yo no lo puedo pasar’ ‘mire eso: me debe casi todo’ ‘solo me gano el segundo periodo, y eso que raspando’ ‘no, no puedo hacer nada por vos, es mejor que repitas’. Con esas palabras me sentenció.
A medida que se iban cerrando las puertas, las posibilidades de repetir eran aun mayores ¿a quién queremos engañar? Yo tenía que repetir octavo, no había otra, y como el P. Mario –también conocido como ‘Carlos Bianchi’- gentilmente me iba a volver a recibir en el colegio, yo estaba destinado a repetir el año ahí mismo, en el Instituto Técnico Industrial San Juan Bosco -uno de los mejores colegios de la ciudad, según mi madre-.
La vida me estaba pasando una de las tantas cuentas de cobro que ha de pasarme, ustedes no se imagen cuanto no me burlé de los pobres repitentes: si me caían mal los humillaba hasta el cansancio; y si me caían bien, también.
Mi as bajo la manga era el niche ‘Caembo’, él había sido mi director de grupo en sexto y desde ese año venia dándome inglés. Lo que pasa es que siempre tuvo que pasarme, y casado de hacerlo, ese año me había dicho que no lo iba a volver a hacer, que ya había hecho mucho por mí, y que si de pronto llegaba a perder el año, que no lo fuera a buscar.
Yo sabía que por el lado de ‘Caembo’ tampoco había nada que hacer, a pesar de que solo le quede debiendo dos periodos. Mi mamá’ como ya lo conocía entró a hablar con él mientras que yo me quede afuera del salón, sentado en una banca.
Él no pudo atenderla ahí mismo, pues yo no era el único que estaba pasando por tan tedioso viacrucis.
Mi colegio siempre fui muy difícil, estaba diseñado para que los alumnos perdieran, es verdad, mientras en otros colegios perder dos materias era casi que un delito, en el San Bosco era –y creo que sigue siendo- una bendición, a uno le iba bien cuando nada mas perdía ese número de materias; la gran mayoría pasábamos los años debiendo tres materias. Siempre he criticado el sistema educativo colombiano, tiene demasiadas falencias, muchos mediocres como yo ganamos muchos años sin realizar el más mínimo esfuerzo.
Decía que estaba sentado en aquella banca, no recuerdo bien que estaba pensando o que me estaba imaginando, el caso es que el tiempo pasó volando, tranquilamente pude haber estado ahí sentido una media hora y yo creí que había sido tan solo un minuto.
‘Caembo’ salió, me pidió que lo acompañara a la cafetería y en el transcurso me sermoneó como nunca lo había hecho: que yo que pensaba de la vida, que si no me daba pesar de mi mamá, que porque no tomaba el ejemplo de mi hermana… la cantaleta de siempre.
Él dejó abierta una posibilidad, aunque no me había dicho que si me iba a ayudar, al menos tenía serias intenciones de hacerlo. Prácticamente nos dijo que fuéramos a hablar con el profesor que nos quedaba, y que si me decían que no, que definitivamente no había nada que hacer, que volviéramos donde él.
Yo no sabía que pensar, si bien el negro había mostrado algo de interés en ayudarme, este interés no era suficiente –a mi modo de ver-, pues si él de verdad tuviera las intenciones de ayudarme, lo hubiera hecho antes, antes de que hubieran decidido echarme del colegio.
Sin embargo no puedo ser malagradecido, al oscurito le debe mucho, nunca tendré como pagarle: me pasó todos los periodos de cuando yo era vago –más vago-; siempre estuvo ahí para cualquier cosa, para interceder por mí ante otro profesor, para lo que fuera. En el colegio tuve muchos profesores buenos, pero ninguno como el negro Carlos Emilio Bonilla.
La última estación vendría siendo la materia de “Lectura Creativa” no voy a comentar sobre ella porque me imagina que ustedes ya sabrán lo provechosa que es para un alumno de bachillerato. Los mamertos dirán que sí, que esa clase de asignaturas estimulan el arte de leer en los jóvenes. Pero no, y que pena contradecirlos, esa materia no era más que una pérdida de tiempo, una basura; esa clase de estímulos vienen desde la casa, y en ausencia de esta, para eso está la Play Boy, que si bien no estimula la lectura, estimula otra cosas más provechosas para un muchacho de 13 años.
Como ya les había dicho, esa clase me la daba “El Lulo” mi director de grupo, el hombre siempre fue alguien noble, es de esas personas que son una madre con todo el mundo, excepto con los poquitos que le caen mal; ¿y adivinen qué? Sí, que vaina, yo estaba en ese selecto grupo.
Mi mamá fue quien tomó la vocería durante todo este viacrucis, “El Lulo” la escuchaba pacientemente mientras hacía cara de tragedia, él no se imaginaba –después de eso me lo confesó- como alguien como yo podía ser hijo de un ser tan especial como ella.
-Es que todos los genes buenos se los llevó mi hermana profe, a mi me tocaron los malos, los de la familia Hernández –respondí aquella vez
Déjenme confesarles que yo no sé el man que me vio, el caso fue que al final dijo que en el fondo, muuuuy en el fondo veía en mi una persona íntegra, de buenos valores, inteligente, blablablá; y que solo por eso me iba a ayudar, ahh y que porque mi mamá no se merecía ese sufrimiento que yo le estaba brindando.
Primero me hizo prometerle que iba a cambiar, que de a partir de ese momento iba a ser una mejor persona, un mejor alumno y sobre todo, un mejor hijo; créanme que desde ese entonces he tratado de cumplir, al menos en el ultimo, ya que es el que más me importa. También me dijo que él no me iba a regalar nada, que si quería que me pasara tenía que llevarle ese mismo día el cuaderno.
Mi mamá se puso contentísima con la noticia, alegría que le duró unos 30 segundos –calculo yo- pues al salir del salón le dije que yo no tenía ni cuaderno, que ¿cómo íbamos a hacer?
-¿Cómo vamos a hacer? ¡No! Como va a hacer usted, yo ya hice lo que tenía que hacer. Ahora de camino para la casa paramos en una papelería y compramos un cuaderno
-Pero Má: mire la hora que es, yo ahora tengo que ir a entrenar -por esa época yo acababa de entrar al equipo “El Limonar”, equipo donde terminé mi carrera futbolística
-¿Qué? ¿Usted que está diciendo? ¿Qué le pasa? Usted no sale de la casa si no es para traerle el cuaderno al profesor
Efectivamente pasamos por una papelería y compramos un cuaderno ahí de los baratos, llegue a la casa, mi mamá me sacó un morro de periódico que tenia no sé dónde y yo me di a la tarea de copiar noticias a lo loco –ya les había dicho que la materia no era más que copiar puras noticias del periódico ¿cierto? Dizque “Lectura creativa”, mas creatividad tienen los comerciales de Noxpirin-
Recuerdo que escribí y escribí sin parar, tenía la mano adolorida, tan cansada como la debe d tener una cuarentona solterona, así mas o menos, tuve dolores en esa mano como dos semanas seguidas; y eso que precisamente esa mano la tenía muy bien entrenada por aquella época -ustedes me entienden-.
Agarré mis chiros y salí corriendo hacia el colegio –a ver, no me fui corriendo literalmente, cogí taxi-. Al llegar el vigilante me dijo que el profesor se había ido hace mucho rato; yo le dije que eso no podía ser posible, que él me dijo que iba a estar toda la tarde allá.
En ese momento se me vino a la cabeza que quizá la estrategia del “Lulo” había sido esa: zafarse de nosotros mientras huía para más nunca volver. “Lulo” pirobo, mucho vivo, quien lo ve con esa carita de huevón que se mandaba, me la hizo perfecta –pensé
-Pues déjele el cuaderno aquí conmigo por si vuelve
-Bueno Vigi, hágame ese favor, a penas lo vea le dice que Julián Hernández le dejo este cuaderno
Esa semana no hice más que pensar que pudo haber pasado, si de verdad me iba a ayudar, si habría vuelvo horas después a recoger el cuaderno; o si por el contrario me había hecho todo eso en forma de venganza, si su plan era pagarme con la misma moneda: ilusionarme, jugar con mis sentimiento para que al final yo tuviera que repetir el año, como debió haber sido.
A los ocho días volví a la dichosa despedida de cinco mil pesos. Que cuota tan barata ¿no? O iban a traer una puta barata para todos, o las papitas que iban a ofrecer iban a estar vencidas. Pero no, ni lo uno ni lo otro, la diarrea que me dio esa vez fue producto del cholado que me comí a la salida del colegio ese día.
En la despedida no fui capaz de dirigirle la palabra al “Lulo” yo estaba seguro que me había hecho la mas farisea de todas las jugadas. De repente se me acerca y me dice que ya todo estaba solucionado, que ese mismo día había cambiado la nota y que yo podía pasar a noveno.
Yo le dije que sí, que ese mismo día le había traído el cuaderno y le mostré la mano que aun la tenía adolorida de tanto copiar; el man puso una cara de sorpresa y me dijo:
-¿Ahh si? –alzo los hombros y siguió- igual yo ya le había cambiado la nota
Con eso me dio a entender que todo mi esfuerzo había sido en vano, que tanta copiadera, que tanto estrés, que tanto corre-corre no había servido para nada –entre comillas- pues al fin y al cabo él no había visto el cuaderno y había cambiado la nota desde antes.
-¿Cómo así? ¿Me hiciste hacer el show para nada? No Miguel, no jodas, vos sos un hijueputa
PD: El hijo de Yaneth le desea a su hermana el mejor de los cumpleaños, le dice que la quiere mucho y reza para que cumpla muchísimos más. También le da las gracias por ser como es, por aguantárselo todos los días y sobre todo por ofrecerle ese cariño que siempre le ha brindado, cariño que de una u otra manera él trata de corresponder.
Públicamente le confiesa que la admira, que la considera una excelente persona y que le augura muchos éxitos como profesional, le desea todo lo mejor y le recuerda algo que ella tiene que saber: que con ese mancito que escribe en este blog puede contar siempre para lo que necesite.
domingo, 13 de junio de 2010
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Buen desenlace. ¿Y qué tal estuvo noveno, décimo y once? ¿Más relajado?
ResponderEliminarJa, ja, ja ^_^
ResponderEliminarLo de la hermana siempre pasa. En el caso de la mía, es 10 años menor y cuando estaba empezando en el colegio yo ya me estaba graduando (de milagro). Menos mal, porque estuvo becada casi todo el bachillerato y ha estado becada tanto en la maestría como en el doctorado. Así que también puedo corroborar que los genes buenos de una familia sí se pueden ir todos para uno de los hijos: mi hermana. Ja, ja, ja ^_^
Bueno, en mi casa tambien hay una oveja blanca, el hermano que me sigue, el del medio, porque yo soy el mayor y hay uno menor. El del medio hoy está súperbecado en los EEUU y fue como el mejor ICFES de Bogotá en su momento.
ResponderEliminarYo, a pesar de que nunca perdí un año, supe qué era sufrir para prepara ese examen que ya no recuerdo cómo se llama que a uno le hacían para ver si pasaba una materia. Eran tiempos del anterior sistema educativo, cuando no había E, ni A ni I sino escala numérica de 1.0 a 10.0, circa de 1991, es decir, en sexto. Era Sociales, una materia chévere. Vimos geografía de Asia y asentamientos humanos prehistóricos, y la profe siempre fue un amor conmigo, pues me conocía como coordinadora de primaria durante los 5 años anteriores y siempre me había destacado. Pero mi adolescencia estaba entrando, mi nariz crecía desproporcionadamente y empezaba a expedir grasa, mi voz no era de niño ni de adulto y además mi pelo de repente de liso indio se tornó churrusco. Eso para no hablar de lo emocional y psicológico. Así que mi inestabilidad en el mundo se reflejó en la flojera para asumir con enjundia el colegio, como solía hacerlo.
Pero repito, Clarita Cruz sabía, lo mismo que como "El Lulo" contigo home Julián, que era hombre de buenas maneras y correctas opiniones del mundo y me pasó, sin presentar el examen y dándome una lección sobre lo aburrido que era perder materias.
Gracias por hacerme pensar en la época de colegio.
No soy oveja negra, digamos que soy como gris. Mi hermana, cinco años mayor, es la juiciosa de la casa, la que se ganó como tres veces media beca en Univalle, la que nunca perdió materias. Siempre he dicho que ella nació madura, es un sol.
ResponderEliminarYo, fijo perdía matemáticas una vez al año y pasaba raspando la nota necesaria. En español y sociales me iba bien porque me gustaban. Nunca perdí un año, ni estuve a punto de... (como diría Miguel Bosé), pero me daba pena que vieran notas por debajo de seis. En once me tiré Física, Química y Cálculo en el primer periodo, claro, me hice la loca y nunca dije en mi casa que había entrega de notas. No sé cómo hice, pero no se enteraron de eso.
Hernández!, qué gran final. Creo que este milagro sólo se le puede atribuir a la insistencia de doña Yaneth, que se portó a la altura de las circunstancias y en vez de encenderlo a rejo (algo más o menos predecible) con esa paciencia infinita que debe tener, hizo la desagradable gestión de dar la cara. Ahora sí, a aplicar eso de "hay que portarse bien"!
ResponderEliminarVe hombre casi que no, para mi también fue un viacrucis leerte así dividido en tres publicaciones pero valió la pena, como siempre me reí con esas bobadas tuyas... espero mas
ResponderEliminarMuy bueno el relato
ResponderEliminarEs que ademas uno si se angustia cuando esta en el colegio, le da depresion de estudiante, depresion de domingo, depresion de cuando acaban las vacaciones, etc.
En mi familia si nunca hubo algo tan tan como la oveja blanca brillante, pero todo el mundo se dio maña para pasar y dejar atras bien prontico el bachillerato.
Hermano, deseandole que se haya aprendido la leccion pero conociendo esta naturaleza humana, esas son las lecciones que se le repiten y se le repiten a uno.
Saludos!
Que viacrusis terminar eso! pensé que no ibas a pasar nunca a noveno... Si quiera el final fue "feliz" y tuviste otra oportunidad de demostrarle a tu mamá el hijo que tenía.
ResponderEliminarA propósito, qué es ser un "buen hijo", creí saberlo alguna vez, pero ahora no.
hay Doña Yaneth es toda una santa! jajajaj... me encantó... sobre todo el final.. que bello mensaje de cumpleaños .. abrazo!
ResponderEliminarSos grande Julian, que buen relato!!!
ResponderEliminarDemasiada información -tu me entiendes-
ResponderEliminarJajajaajaa tas loco!! Bueno pero mira que vieron ese aspecto muy profundo tuyo de buena persona, íntegro y todo el cuento, por algo será no?
Y pasaste!! Mucho debuenas omeee!! Jajaja
Me hiciste acordar que a mi en mi último año, 11, me amenazaron con dejarme por una estupidez, pirobitos profes que a veces les de por joder la vida y hacernos sufrir. Grrr y eso que era casi nerda xD
Bonito detalle para tu hermana ^_^ Muy tierno el hijo de Yaneth, me lo saluda entonces y que porfavor publique prontito...
Gracias por la invitación!
q va, julián repitió ese año como 3 veces, ¿no? aunque obviamente lo de carolina cruz si fue muy cierto....
ResponderEliminarMe hiciste recordar mi época de Salesiano, y no puedo creer que Gupe y Borracho aun hagan parte de la nómina, a ese par como que los van a momificar ahi. Un saludo hermano, muy buena saga ;)
ResponderEliminarLo lei gracias a Soho...Buen blog........ Felicitaciones....
ResponderEliminarMauricio
Repito, se te nota la grandeza de corazón a vos.
ResponderEliminarQue grande que sos.
Que buen detalle el que tenés con tu hermana aca. Me emocioné increíblemente.
Lástima saber que sos tan poco dedicado Pibe je je je