domingo, 22 de noviembre de 2009

Una decepción amorosa

Cuando me preguntan sobre de que es mi blog yo no sé que responder: me corchan, quedo sin que decir. No saben cómo me gustaría responder cosas como: ‘en mi blog procuramos analizar la situación política de Lituania’ o ‘damos consejos prácticos para la siembra de yuca madura en altiplanos como Chigorodo en Antioquia’.

No! Nada de eso, si aquí se dan un par de consejos, estos seguramente no son prácticos. Y si de política se trata, mantendría diciendo cosas como que el presidente de Colombia no debería de ser el señor Álvaro Uribe, él debería de ser es el dueño: así nos ahorraríamos cada cuatro años tantas vainas de referendo, tanto irrespeto a la constitución. Solo es nombrarlo dueño de Colombia y listo, así uno sabe a qué atenerse.

Infortunadamente ante esa pregunta me quedo sin respuesta, me toca decir la verdad: que este blog es acerca de nada, que trata básicamente de desfachateces que se le ocurre escribir a su dueño –porque yo si soy el dueño legal de esto, ya tengo las escrituras de mi blog y no tengo que estar haciendo referendos para perpetuarme en el poder: porque ya lo estoy-.

Como ustedes se han podido dar cuenta pocas veces he hablado acerca de la publicidad. No lo he hecho por la simple y cobarde razón de que si me pongo a hablar de publicidad seguro se van a dar cuenta que no sé ni un culo de eso y mi mamá muy desilusionada sabrá que esa plática se está perdiendo.

Otro tema espinoso para mí en cuanto a escribir de él se refiere es el amor. Prácticamente por lo mismo que no escribo sobre publicidad: tampoco sé un culo de eso. Pero al menos de la publicidad estoy seguro de que existe.

Esta historia de amor comienza hace muchos años cuando conocí a esta chica. No recuerdo cuando la vi ni quien me hizo el favor de presentármela.

Se trata de un amor a primera vista. La vi, me gusto, me cautivo, de una quede enamorado de ella. Ella tiene ese ‘no es que, en ese no sé donde’ que siempre busco en una mujer. Posee esa magia que me hace pensar todo el día en ella.

Ella controla mis sentimientos. Es más, gracias a ella sé que tengo sentimientos. Ella me hace reír, me hace pensar, me hace querer, la defiendo a capa y espada, me alegra la vida, la veo siempre que puedo, me dio esperanzas y hace muy poco me hizo llorar –a mi manera, pero lloré-.

Lamentablemente soy una persona que siempre está buscándole defectos a la demás gente. No sé porque lo hago, o que pretendo al hacerlo. Consciente de que nadie es perfecto –comenzando conmigo mismo: el más imperfecto de todos- salgo a la tarea de encontrarle las falencias interpersonales de quienes me rodean, y quienes no también: si me encuentro a alguien por ahí y le veo un moco asomado, seguro lo notaré.

Con todo y eso la chica quien protagonista esta publicación tiene un margen mínimo de defectos. A veces me hace trasnochar –pero no es su culpa- y tiene muchísimos pretendientes –cosa que tampoco es culpa suya-, yo, a diferencia de muchos, si la amo de verdad. Muchos la dicen querer pero yo sé que no es cierto, ni siquiera saben mucho de ella. Son unos interesados, la buscan por la plata y por su físico. En cambio yo hasta conozco a sus padres y que tales.

Esta ‘tragicomedia’ –genero de nuestro libro de amor- se consolido hace un año y medio aproximadamente cuando oficializamos nuestra relación.

Como es normal en todas las relaciones: al comienzo todo fue maravilloso, nos entendíamos perfectamente, éramos el complemento del otro y así mismo en el sentido contrario. Pero aquella ‘luna de miel’ en la que estábamos se acabo esta semana. No se acabó porque ella o yo lo hayamos querido así, se acabó porque se tenía que acabar, así es la vida –hablo de la luna de miel, la relación nunca se acabará, o al menos eso espero-.

Esta no es una decepción cualquiera, es una decepción que marca –vaya ironía- he tenido y tendré pocas decepciones con las mujeres -hablo específicamente del amor- porque de ellas no espero nada. Y antes de que me malinterpreten voy a decir mi razón: si no esperas nada, si no te importa, no te duele. Es decir, si no esperas nada y no pasa nada, pues nada, como nunca esperaste nada, pues no pasa nada, no hay decepción –espero me comprendan-.

Sé que estoy dando muchas vueltas, pero entiendan que este tipo de situaciones me ponen mal. Yo de ella si esperaba mucho, en si esperaba todo, y lo sigo esperando porque la cosa no acaba aquí, esto apenas comienza y nos queda mucho por vivir.

La Publicidad es el amor de mi vida –hasta ahora, porque aun no conozco al verdadero, si es que existe- y hace poco me mostro su rostro menos amable: la cara de la derrota.

Soy un ganador, y aunque queden muchas dudas sobre eso, al menos es lo que yo enceguecidamente creo.

Siempre que participo en algo, lo hago de corazón, con pasión, en el futbol le llamábamos la formula fritanga: garra, huevo y corazón. Así es en todo, siempre quiero ganar ¿para eso se compite no?

En este caso era una licitación que desempeñaba el papel de trabajo final de la materia Construcción de Marca –ya ven porque la ironía- cada grupo tenía una categoría (detergentes, cremas dentales, salsas de tomate, etc) y debía desarrollar lo visto durante todo el semestre. Solo habría un gran ganador.

Como pueden deducirlo: no gane. Estoy destrozado, el próximo lunes tengo cita con psicóloga y todo.

Supe de un caso en el que una hembrita decía que a ella no le importaba haber perdido la licitación, pues aun así la materia le iba a quedar más alta que a los ganadores. A ella le quiere decir que bien por ella, que siga así, pero que el que gana gana y punto. Después del primero todos son perdedores y que si a mí me ponen a escogen, yo prefiero ganar la licitación y que la materia me quede bajita a no ganar y que me quede alta la materia. Uno nota no define a un publicista, hay q dar resultados, ¿qué sacas teniendo un promedio altísimo si a la hora de laborar en el medio no vas a ser nadie? Felicidades a los ganadores y que envidia –de la mala-.

Pero bueno, como dice aquel filósofo colombiano: perder es ganar un poco y ese ‘poco’ fue que le envié un mail a un duro de la publicidad aquí en Colombia mostrándole la pieza para revista que había hecho para la licitación. En respuesta me dijo que le había encantado, me corrigió ahí una cosa y me propuso que si le hacia una ‘pequeña’ mejora me lo publicaba en su página de internet. Aun no le he respondido, me estoy haciendo el importante.


BONUSTRACK: Muchas gracias a todos por sus comentarios, me llenan de alegría, por favor síganlo haciendo. Como lo prometido es deuda aquí están los afortunados ganadores de las manillas para la reconstrucción de El Salado. Felicitaciones para ellos. Por interno cuadramos la entrega.

Ángela Quiceno
Laura Betancourt
Cesar Hurtado
Marcela Gómez
Diego Fernando Londoño alias ‘Chipo’

1 comentario:

  1. Dios casi no puedo dejar el comentario!!!!... ya hasta se m olvido ek era lo ek iba escribir, pero como siempre me encantó el blog, aunke no m parece justo no haberme ganado una manilla!!!! :(

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