lunes, 7 de junio de 2010

Viacrucis (segunda parte)

(A ver, si dice ‘segunda parte’ es porque ya hubo una primera ¿cierto? Aquella la puede ubicar aquí mismo, no tiene que ir a otro sitio, solo tiene que bajar un poco y tendrá la dicha de encontrarla - aproveche el gangazo-http://elhijodeyaneth.blogspot.com/2010/05/viacrucis.html )

Llegamos al colegio y de repente todo se nubló, yo no había dimensionado las consecuencias de la inevitable pérdida de octavo: tocaba conocer gente nueva; hacerme amigo de los de séptimo, de quienes tanto me burlaba; ver, años después, a mí compañeros graduarse antes de mí. Todo eso lo visualizaba y me entraba un escalofrío por todo el cuerpo. Diría, a partir de ese año: ‘estoy en noveno, pero debería estar en decimo’ ‘estoy en once, pero debería estar en la U’ y así sucesivamente, de por vida.

No quería entrar al colegio, no debía entrar al colegio, caminaba lento, veía para todo lado, quería que se abriera un hueco y me tragara. Mi mamá, por su parte, ya estaba acostumbrada a que yo perdiera materia, muchas materia, pero nunca se imagino que yo había llegado al extremo de perder un año. Ella por supuesto aun no lo sabía.

-Ve má, la oficina de Mario está cerrada –Mario era el Padre Mario, director de mi colegio- eso es mucha biblia: se encierra allá arriba en la comunidad para no tener que atender a tanta gente que le viene a rogar que los pase o cosas así –le dije a mi mamá sin ser consciente de lo que decía

Ella no me prestó atención y seguimos caminando hacia mi salón. Allá estaba Miguel Páez, quien a su vez era mi director de grupo y profesor de ‘catequesis’ y ‘lectura creativa’ –dos materia basura-.

Afuera del salón estaban unos compañeros que ya habían recibido sus notas, era un grupito de esos mongólicos que tienen una increíble facilidad para hacerse detestar. Uno de ellos, no recuerdo quien, me dijo:

-Ve Hernández, perdistes el año

-No se dice perdistes, se dice perdiste, bobo

-Perdiste bobo

-Ahh, pana: abrase que no estoy para perder mí tiempo con idiotas –le dije

-Idiota y todo, pero gané octavo

-No le digo, hoy en día gana octavo cualquiera

Mi mamá me miró con extrañeza pero yo le dije que no, que es que esa era la ‘recochita’ de los tontos.

-Señor Hernández –saludó mi director de grupo, quien estaba en el salón con unas madres de familia, de esas lambonas que como no hacen nada, mantienen en el colegio participando en cuanta actividad se les ocurre. Casualmente son las madres de los mongólicos que mencioné anteriormente

-Q’hubo profe

-Doña Yaneth ¿Cómo ha estado? Tomen asiento

Nos sentamos en frente del profesor y las señoras estas se fueron para el otro costado del salón, hasta metidas eran.

-Bueno –comenzó Miguel Páez, mi profesor- ayer nos reunimos con el comité académico y disciplinario del colegio y analizamos el caso de Julián. Tomamos los aspectos positivos y negativos y llegamos a varias conclusiones:

>>Julián es un líder por naturaleza, colaborador, es un gran amigo, sus compañeros lo estiman, es un estupendo deportista, es un muchacho culto, amable, de buen trato…

-Un momento, profe –lo interrumpí- ¿de cuál Julián estamos hablando?

-Si ve, a eso voy, Julián tiene un sin número de cualidades –él seguía hablando de un Julián que yo no conocía- pero muchas veces hace mal uso de esas cualidades, en ocasiones aprovecha su liderazgo para llevar al grupo en recochas y cosas contraproducentes, desarrolla su creatividad pero para ingeniarse diversas maneras de hacer copia, se vuelve ofensivo con sus compañeros, no respeta ni a los profesores y esa cultura general que tiene, la aprovecha para hacer quedar mal a los demás –ahora si estaba hablando de este Julián-.

-Vea doña Yaneth, aquí saque una lista con las cosas buenas y las cosas malas de Julián

-¿Me puedo quedar con ella, profesor?

-No, si quiere sáquele copia

Mi mamá me la pasó y yo tuve que ir hasta la fotocopiadora que quedaba en el segundo piso. Le eché un vistazo a la lista mientras subía las escaleras y me encontré –como era de esperarse- que las llamadas cosas buenas no eran ni la mitad de las cosas malas.

Cuando volví al salón encontré el ambiente como pesado, primero pensé que era por las gordas estas que estaban con el profe, pero después caí en cuenta que era porque mi mamá tenía los ojos aguados.

Con una mezcla entre tristeza, decepción y rabia, me dijo:

-¡Perdiste el año!

-¡Que! –yo me hice el sorprendido

-Si, lo perdiste, y eso no es todo, hay algo peor

-¿algo peor que perder el año? –le dije- ¿Qué? ¿Perderlo dos veces? ¿O es que me van a bajar a primaria?

-No es momento de chistes, te cancelaron el cupo, no te van a volver a recibir

Ya más calmada me dijo que había quedado con 4 materias: matemáticas, ciencias naturales, inglés y lectura creativa.

¡Imagínense! ¡Lectura creativa! Esa mierda consistía en llevar el periódico, leer una noticia y pasarla al cuaderno. Sí, yo estaba perdiendo el año por esa estupidez.

A mí me parecía una pérdida de tiempo, ¿en que nos serviría eso para nuestras vidas? ¿No era mejor estimular la lectura de otra forma? No sé, con la revista Play Boy, o las historietas de condorito.

Mi mamá le dio las gracias al profesor, tomó el boletín con las notas y se despidió. Antes de salir una de las viejas esas la llamó y le preguntó que si yo quería asistir a la despedida, que solo había que dar una cuota de cinco mil pesitos.

Yo le dije directamente a la señora que no, que si acaso no había visto que acababa de perder el año, que con que gracia yo iba a asistir a tal despedida.

Mi mamá sacó un billete de cinco mil y se los pasó a la señora

-Apúntemelo hágame el favor

-Claro, si señora ¿Cómo es que se llama el joven?

-Usted lo sabe –le respondí- o si no pregúnteselo a su hijo, él no hacia más que ponerle quejas a los profesores de mi

Salimos del salón y mi mamá ni me miraba, no era capaz de dirigirme la palabra. Yo estaba triste, si, pero no por haber perdido el año, sino por haber defraudado a mi mamá, por haberle causado ese dolor. No era fácil para ella asimilar que yo había perdido el año. Ella siempre me ha dicho que mi única obligación es estudiar, que yo solo tengo que responder por el estudio, que del resto se encarga ella.

Ahí sentí que yo era un mal hijo, un inconsciente que no valoraba todo el esfuerzo con el que mi mamá nos ha sacado adelante a mi hermana y a mí. Sentí que la había defraudado de nuevo: ella siempre espera que le diga que la amo, y no se lo digo; que le obedezca en todo, y no soy capaz de hacerlo; que sea respetuoso y cortes con mis mayores; y no lo hago; y muchas cosas más a las que ahora se le sumaba el hecho de haber perdido un año.

De repente, como caída del cielo, se apareció una señora, yo no sé de donde salió, yo nunca en la vida la había visto, y creo que nunca más la volveré a ver.

-señora ¿Qué le pasó? –le dijo a mi mama

Yo le hubiera respondido: ¿qué le importa? vieja metida. Pero ustedes ya saben como es mi mamá, ella jamás le respondería así a nadie, por el contrario: se detuvo y le hizo un breve resumen.

-ahh ¿entonces perdió el año? Pero ¿con cuantas materias se quedo? ¡¿Con cuatro?! No, señora, vaya alegue, no sé, haga algo, hay mucha gente a la que están pasando con cuatro materias –en mi colegio se ganaba el año si uno quedaba máximo con tres materias perdidas

-Pues mijo, nada perdemos con intentar

-No mami, vámonos, a mi no me gusta rogarle a nadie.

Ese día no importaba lo que yo quisiera, ese día no valía nada que saliera por mi boca, yo era un cero a la izquierda y lo seria no sé hasta cuánto tiempo más.

Mi mamá me cogió de la mano y justo volvimos a donde mi director de curso, ella le preguntó que si había algo que hacer. Él le dijo que no, que la decisión ya estaba tomada. ella le dijo que es que por ahí había una señora que le había dicho que con cuatro materias estaban pasando a algunos’ él le dijo que este no iba a ser el caso, que si quería que fuera a hablar con el rector, que si mucho me recibían de nuevo para que repitiera octavo allá mismo.

El rector no se estaba escondiendo –como yo pensé-, lo que pasa es que estaba atendiendo en el salón de audiovisuales, y para hablar con él había que hacer una fila como de 50 personas que, al igual que yo, también iban a ir a suplicarle algo.

Yo hice la fila y cuando entramos mi mamá se puso a hablar con el rector, él le preguntó que como había seguido –ellos no eran muy amigos, pero el Padre tenía conocimiento del delicado estado de salud con el que mi mamá había estado durante todo ese año-.

Cuando terminaron de hablar mi mamá le dijo

-Padre, imagínese que aquí el joven me perdió el año

-¿Qué? ¿Cómo así? –El Padre se veía confundido, como si la noticia lo hubiera cogido de sorpresa- déjeme yo miro aquí en mis listas… ay si, Hernández, aquí me aparece que perdiste el año

-Si, Padre, lo perdí –le dije con la cabeza baja, sin poder mirarlo a los ojos

-Por eso venimos a hablar con usted –me interrumpió mi mamá- queremos saber que podemos hacer, no sé, hablar con los profesores, cualquier cosa

-Si, doña Yaneth, pues ellos son autónomos en sus decisiones, vaya a ver que les dicen ellos

-Venga, Padre, y si no hay nada que hacer ¿usted me lo puede recibir de igual forma? Es que también le cancelaron el cupo

-Claro, ni más faltaba

(ESTE VIACRUCIS NO SE HA ACABADO, ESPERE EL FINAL)

PD: el hijo de Yaneth está buscando trabajo para vacaciones, dice que se le mide a lo que sea: desde mesero hasta fufurufo, eso sí, este servicio solo es para el público femenino (lectoras del blog tiene descuento) Informes aquí.

8 comentarios:

  1. Huy no, ¡qué agonía! ¿Usted por qué era tan caspa con doña Yaneth? ´Ja, ja, ja ^_^
    Buena historia, espero el desenlace.

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  2. No tocayo quedamos en ascuas, paso o no paso, cambio de colegio o no, FUE A LA DESPEDIDA O NO!! sagrado rostro se perdieron esos 5000?

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  3. no es justo que haya dañado el final por twitter, juuuum. Está buena la historia, pobre doña Yaneth, ¿qué ha hecho ella para merecer ESO? =P
    Hablamos hombre!

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  4. Jajajajajajajaaja loco!! Gracias por el descuento pues xD

    No no no, vos es que si eras un desastre no? Pecaito de la mamá ole, pero lo bueno es que en esos momentos como a que a vos si te entra la pensadera y te das cuenta que deberías portarte mejor. Es que madre es madre, todo lo que hacen por nuestro bienestar y uno a veces se pone medio difícil, y eso que yo fuí una buena hija xD. Me hiciste reir como siempre... =P

    Está muy bueno el viacrucis!! Espero pronto el nuevo post, gracias por avisar y suerte con lo de la búsqueda de empleo.

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  5. Esta historia me trae recuerdos...Yo también era algo insoportable en el cole.
    Muy bueno Juli

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  6. Muy buen post.. Pero, no jodás, Hernández! Creo que en la vida termina uno tragándose las palabras más de una vez, supongo que hubo que rogar para no perder el año.
    Aparte de la decepción que le produce uno a la progenitora, da mucha piedra el hecho mismo de ser provocada por esas materias culas que abundan en todos los grados, que no enseñan sino a perder el tiempo y que normalmente son dictadas por ejércitos de mediocres con dos pelos de poder que se sienten lo máximo dejando a alguien.
    Ya quiero saber cual es el desenlace de este viacrucis.

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  7. Perder octavo es un clasico entre los vagos que luego se vuelven mas vagos y luego exitosos, y salvar el año y habilitar tres materias es mas clasico todavia!!

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  8. Ahhh pero sacá la tercera rápido.. Me identifiqué con lo del mongólico que tiene una mamá que mantiene en el colegio, había un par así en mi colegio.

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