miércoles, 21 de julio de 2010

Suit Drims

By Gonsalo Balderrama Moonera

Me gusta tener pesadillas. Sé que no es una característica muy común; pero también sé que no soy el único que la posee. Me gusta porque están llenas de imaginación, efectos especiales, tramas dignas de thriller, acción y aventura. Los sueños (los bonitos), en cambio, sólo contienen edulcoración y surrealismo rococó… y, para rematar, queda uno con la sensación absurda de que podrían tener “significado”.

Una de las tantas frases agudas del comediante estadounidense George Carlin dice “¡Qué aburrido es oír a alguien contándonos un sueño!”… y sí. En cambio, cuando alguien nos cuenta una pesadilla o se la contamos a otro, el escalofrío, la angustia, el desespero y el padecer ajenos se retransmiten de mente a mente.

Porque la pesadilla tiene ese elemento primigenio de los miedos básicos y fundamentales del ser humano: la muerte, el hambre, la desnudez, la soledad, la pobreza, el abandono, Jota Mario presidente, la desposesión. Lo horripilante de las pesadillas no suele ser estética, sino el hecho de sentir tan palpables los fantasmas internos, causados por un rayón vital… o por una bandeja paisa con jugo de guanábana, ingeridos quince minutos entes de echarse a dormir.

Pesadilla… ¡Vaya oxímoron físico! Pesada, pero leve, como una toneladilla, como un Led Zepellin. Pesadilla: nightmare, en inglés; que, traducido literalmente, significa “yegua nocturna”. Debe ser porque, cuando la padeces es como si un caballo hembra se te parara en el pecho; o como si cabalgaras al reino de Nuncajamás, a pelo, sin riendas, siendo víctima del lado oscuro de tu inconsciencia.

Lo peor/mejor de las pesadillas es precisamente eso: que se trata de nuestra propia imaginación, jugándonosla. Nadie más que nosotros mismos aporta los elementos macabros-delirantes que puede haber en ellas...

Pero, a la larga, con el paso de los siglos, el inconsciente colectivo ha ido creando diversos clichés y lugares comunes que estandarizan la pesadilla promedio…

La persecución: algo siempre tiene que estar tras nosotros; algo amenazante, feo o sencillamente antipático. La persecución incluye un elemento infaltable: la huída imposibilitada, en la cual las piernas no dan, ya sea porque algo pegajoso nos adhiere al suelo; porque nuestros movimientos los maneja un editor perverso que nos hace desplazar en slow-motion; o sencillamente porque el suelo está inclinado 45º, y por más que estiremos las patas, el avance es mínimo… y el monstruo asesino, ahí, respirándonos en la nuca. En mi caso, es recurrente el esquema de la puta puerta que no se cierra, a pesar de mis múltiples intentos. Algo suele pasar con la cerradura, que impide estar a salvo. Hipnos es malo para la cerrajería. Por lo tanto, me veo obligado a forcejear con la cosa persecutora. Las pesadillas se la llevan con la seguridad hogareña.

La muerte: o nos matan, o matamos, o presenciamos a alguien muriendo o siendo cadáver. Según los sueñólogos, la muerte soñada refleja la posibilidad futura de un cambio extremo (no necesariamente estético); pero ¿por qué siempre tan fea? Pues porque nuestra consciencia está siempre cochina; y no puede evitar darnos su cara más honesta. Son populares el balazo, el ahogo o la lapidación con berenjenas.

La suciedad: las locaciones donde se desarrollan estas escenas cinematográficas (porque en eso se convirtieron las pesadillas, luego de que el cine fue inventado/contemplado por la humanidad) por lo general se rodean de mucha mugre, desperdicios, agua de cloaca, lluvia estancada, heces, orina, vómito, sangre y telarañas. El director de arte del departamento onírico gusta de la antiestética… ¡Lo veré arreglando la escena para la siguiente toma!

La academia: este sector, aunque, para algunos, no sea pesadillesco, para todos los demás, que sufrimos, en la adolescencia y juventud, con tareas y exámenes del Infierno, años después, replicamos en nuestros sesos aquel padecimiento gratuito… y protagonizamos la peor de todas las pesadillas: que estamos de regreso en el colegio, y nos enteramos de que hay que hacer una tarea de la que no teníamos ni idea… o que hay que presentar un examen de una materia a la que nunca asistimos… ¿Por qué, cerebro, por qué?

Animales bravos: perros, marranos, culebras, tarántulas, mandriles, pulgas ebrias… De todo hay en la viña del Señor de los sueños. Nos atacan porque sí; y son bocatto di cardinale para psicoanalistas, que insisten en que se trata de símbolos de las ganas de tirar tan tremendas que reprimimos en la vida cotidiana. Si eso es así, ¿las pesadillas de Nacho Vidal son con pollitos?

Desnudez: Usted sale a la calle y, porque sí, resulta que desaparecen pantalones/falda y calzoncillos/cucos; pero le toca permanecer en público. No hay manera de ocultar la genitalidad; y, si usted es hombre, puede incluir erección involuntaria. En el mejor de los casos, Hipnos le da licencia para taparse las güevitas. Lo peor/mejor de todo es que ¡a nadie parece importarle!... ¡Hipócritas!

Por encima de todo, lo bueno de las pesadillas es que, de todos modos, hay alivio real cuando de ellas te despiertas. En cambio, cuando despiertas de un excelente sueño…

N. of the R.

El previous text fue gruiten exclusively para the anniversaseishon of our blog. What is written dasen reflect the Yaneth’s son editorial thoughts.

8 comentarios:

  1. Recordé una pesadilla recurrente antes de entrar a clase y era que era el primer día de colegio/universidad y no había comprado los útiles. Yo creo que lo soñaba todos los comienzos de año lectivo, pero, a medida que aumentaba mi escolarización, me empezaba a importar un pito que no tuviera cuadernos ni lapiceros y dejaba de ser una pesadilla.

    Muy buen post!
    Cuándo hay más??

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  2. Interesante punto de vista, buen post.
    Le cuento mi última pesadilla ya que me la recuerda con su post, se me hizo eterna. Soñé que estaba dormida y no me podía despertar, por más que queria, me resultaba imposible. Y viendome así empecé a pensar que podía estar desmayada por efecto de una fuga en la pipa de gas propano, y que el cuarto posiblemente explotaría conmigo adentro, y yo sin poder depertar y salir corriendo. Fue realmente angustiante.

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  3. Wow.. me gusto mucho este post!. Bueno punto de vista, vamos a ver si me acuerdo para mi próxima pesadilla

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  4. Digamos que el punto de vista es bueno pero sigo pensando que no hay nada como un buen sueño.

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  5. De acuerdo contigo Duxtin. Las pesadillas siempre me alteran, me dejan con un nerviosismo que dura todo el día. Prefiero los buenos sueños.

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  6. La hipótesis no es que las pesadillas sean mejores que los sueños, sino que están más llenas de detalles y "efectos especiales". Los sueños son muy ricos... pero la sensación post-sueño es de frustración... por el contraste con la aburrida realidad.

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  7. Es como preferir a Baco por encima de Apolo, alejarse de la perfección de los buenos sueños y preferir las amorfas pesadillas; me gustó mucho este post. Es interesante y causa mucha intriga ver como la mente juega con uno de esa manera.

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