lunes, 5 de julio de 2010

Parola de Unicentro

Por Rodrigo Sandoval

Espere qué horas son, pensó cuando a lo lejos escuchaba que gritaba desesperada su nombre.

-Julián, Julián, venga papito rápido que lo necesito

No mamá no joda, no ahora. Perra vida, no pudo dormir más.

-¿Qué quiere mamá?

-Le he dicho mil veces que me tuteé

-Yo le he dicho mil veces que lo haré recíprocamente, no joda y dígame para qué me despertó

-Mijo se acabó el aceite, estoy haciendo los buñuelos de esta noche

-¿Por qué no los pidió? Usted sí, tan oportuna, como siempre

-No sea grosero, vuele, lo vi

Así era siempre, ella no podía ver un pobre acomodado. También, la señora Yaneth había pasado las duras y las maduras con su hijo. En el colegio cada semana lo llamaban por algo diferente, que había morboseado a una niña, que se había orinado en los pantalones, que había rayado las paredes, que le había dicho bruta a la profesora que lo reprobó en estadística. Julián no veía el problema, para él el negocio era sencillo si no entendía era porque la profesora no se hacía entender, en otras palabras era un fracaso en su profesión, una bruta. Él, típico niño de clase media no tenía intención de esforzarse mucho, tampoco era tanto lo que podía aprender en ese colegio de tres pelos.

Corrió, trajo el primer aceite que encontró en la tienda, peleó con doña Yaneth porque había comprado Z en lugar de Oliosoya. –No voy a ir por allá, yo le dije que estaba cansado-, fue lo único que atinó a decir y se fue a dormir en un chinchorro que había en la terraza del segundo piso. Empezó a soñar cosas extrañas, que comía peces y estos nadaban en su estómago, después que un volcán empezaba a hacer erupción en la Javeriana y que los de la UniValle decían que eso era castigo divino; divina la mamacita que estudiaba organizacional y que se había encontrado el otro día en Unicentro; Unicentro, que hacía ese sitio en sus sueños si por allá nunca iba.

Vamos, vamos, vamos pastorcitos… No espere qué horas son. No habían llamado su nombre, no podía ser que ya hubieran empezado. Se asomó con despreció y descubrió que sí, que había carros. Bien, su mamá lo había dejado por fuera de la novena. No era el benignísimo dios, ni la venerable Santa Maria de yo-no-sé-qué, ni el santísimo niño Jesús, ni nada de eso lo que le interesaba. Él quería comer buñuelo y tomarse un par de rones con el auspicio de doña Yaneth.

Se acomodó la pantaloneta, no quería que la gente se imaginara sus sueños de Unicentro. Se puso una camiseta más decente y un par de chanclas que no estuvieran rotas. Bajó y se encontró con un montón de gente con máscaras y disfraces. Mi mamá ahora sí se enloqueció. Estaban cantando con panderetas. ¿DESDE CUÁNDO HAY PANDERETAS EN ESTA CASA? Gritó su mente y le dieron ganas de ponerse a tocar esa guitarra que con tanto ahorro había comprado y que su mamá escasamente le dejaba usar.

-Julián, papito, que bueno que llegó, vaya y se trae la guitarra y nos acompaña- casi le da un infarto

-Está segura, no me sé ni medio villancico

-Tranquilo mijo, eso agarra la nota rapidito

Salió de la sala, trajo la guitarra, pidió un ron y le dieron un whisky, pidió un pandebono le dieron panetone, algo no estaba bien. Tarareó tutaina y le hizo un par de acordes a la Nanita Nana. Se tomó otro whisky. Decidió ir a orinar. Se mojó, en las piernas sentía gotas caer, pero no estaban calientes, estaban heladas. Nunca había sentido el chichí helado. De pronto también las sintió en las manos, en el pecho en la cara. Se olía, no eran orines. Abrió los ojos, estaba lloviendo. Miró abajo, estaba parolo. Se asomó por la baranda, no había carros. Esperó, bajó a la cocina se robó un buñuelo, se ganó un regaño de su mamá y se metió a la ducha a pensar en Unicentro.

N. de la R.

El anterior texto fue escrito en exclusiva para el especial de aniversario de nuestro blog. Lo expuesto en él no compromete la línea editorial de ‘El hijo de Yaneth’.

6 comentarios:

  1. Te daría una consistente crítica constructiva pero creo que el siempre oportuno "jajaja!" bastará. Buena esa, muchachón! Jojojojojo.

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  2. jajajajaja pon "N. del B" no "N. de la R" xD

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  3. que bueno, parece escrito por el mismisimo Hijo de Doña Yaneth

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  4. Jajajja, buenisimo!
    Este y el de la cirugia son mis favoritos!!

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